José Mª de Murga y Mugartegui fue un curioso personaje del siglo XIX conocido como el Moro Vizcaíno y descendiente de la casa de Murga
Nació el 2 de junio de 1827 y su infancia transcurrió entre Bilbao, donde había nacido, Marquina, donde vivía habitualmente su familia, y los colegios de los Escolapios de Madrid y los Jesuitas de Loyola.
En 1843 ingresó en la Academia General Militar y su carrera militar se prolongó hasta 1861 en que pidió la licencia absoluta cuando era Capitán de Husares de Pavía. El episodio más interesante en su vida militar fue la participación en la guerra de Crimea. El exotismo oriental de la zona fue lo que le impulsó a proyectar una visita a Tánger, puesto que en Constantinopla había conocido algunos cabecillas moros que le habían provisto de notas y recomendaciones para las tribus a que pertenecían.
Con este fin, se licenció del ejército y se instaló en París donde aprendió el árabe vulgar, estudiando también física, química y otras materias. Posteriormente, en la facultad de San Carlos en Madrid, asistió a clases de obstreticia, terapeútica y cirugía menor. También se hizo con el mayor número posible de libros, mapas, etc que pudieran aumentar sus conocimientos sobre África. Con estos conocimientos y pertrechado de una serie de aparatos insólitos como un microscopio, daguerrotipos, un saca muelas y otras cosas, además de un revolver que le saco de más de un apuro, emprendió su viaje el 2 de enero de 1863.
Para no despertar recelos se hizo pasar por un renegado más de los muchos que entonces había allí, huidos de la persecución política de España. Vestido con turbante y chilaba, acompañado de un guia y un burro, pudo entrar en todas partes y escudriñar en la vida de los moros, judíos, bereberes y demás.
Su fama se fue extendiendo hasta ser considerado un santo. Dicha fama fue fruto de sus enormes recursos, como por ejemplo, la utilización en ritos exorcistas de una pila galvánica, elemento desconocido por aquellas tierras y de efectos sorprendentes. Y cuando no tenía otros recursos, empleaba lo que su ingenio le inspiraba en situaciones de apuro, como en la ocasión en que estando en la Gran Mezquita de Fez, tuvo que hacerse pasar por loco para evitar que descibriesen que era cristiano, lo que le hubiera costado la vida.
Después de 3 años, regresó de su viaje por Marruecos y escribió un libro sobre su viaje titulado: Recuerdos marroquíes del Moro Vizcaíno José Mª de Murga, el Hach Mohamed al Bagdady. Y es precisamente este libro el que nos conduce a la relación de este personaje con Ayala. En recuerdo del origen ayalés de su familia, decide enviar al Ayuntamiento de Ayala u ejemplar dedicado de sus memorias acompañado de la siguiente carta:
"Muy Ilustre Ayuntamiento de la M.N. y M.L. Tierra de Ayala. Como una ligera muestra de la alta estimación que tengo el descender de esa ilustre tierra, en la que en 1270 fundó mi Casa Solar Juan Sánchez Chicubín, célebre en la historia de Ayala, ruego a esa Ilustre Corporación se digne aceptar el libro que le remito, para que me dispense el honor de conservarlo en su Archivo. No tiene mérito alguno; es sólo el resultado de las observaciones que he hecho en mis largos y peligrosos viajes por el Imperio de Marruecos; viajes que, aun cuando trato de ocultar el objeto, los emprendí con el único fin de dar a conocer la organización de aquel país y ser útil a la Patria, si otra vez se llegase a suscitar una guerra como la que, en 1859 y 60 hizo alcanzar tantas glorias al Ejército Español. En él, he tenido la honra de servir últimamente como Capitán de Húsares de Pavía, y perteneciendo a él, tuve la muy grande de ser, en 1855, uno de los oficiales españoles que asistieron a la guerra de Crimea y uno de tantos que fueron al asalto de la célebre torre de Malakoff. Perdóneme esa Ilustre Corporación este pequeño rasgo de vanagloria de un antiguo soldado, que se precia, sobre todo, del origen de su raza, y se ofrece por servidor de los que hoy viven en la cuna de aquella, y de los que gobiernan el suelo en que nacieron y reposan muchos de sus antecesores, de los cuales, ya que no su valor y su renombre, ha heredado su Casa-Solar, José Mª de Murga".
Para corresponder el obsequio, el Ayuntamiento decidió regalarle un antiguo chaleco de fuerza que se custodiaba en la cárcel de Respaldiza y que fue motivo de una nueva carta de agradecimiento.
El Moro Vizcaíno y su vinculación a la Tierra de Ayala/ Federico de Verastegui Cobián (1991)
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