El molino en la Edad Media era excepcionalmente importante porque la única manera de que el cereal tuviera alguna utilidad era siendo panificable. La economía era agrícola, no se producía más que agricultura, algo de ganadería y poquísimo comercio. Todo el producto económico tenía que pasar por el molino. Había molinos de diferentes tipos. En los molinos manuales cada familia molía el grano de que disponía (que en esta época no era trigo, sino mijo, bellotas, castañas, etc., ya que el trigo venía por mar y se molía exclusivamente en Baracaldo). Había muy pocos molinos y la tecnología hidraúlica se utilizaba sobre todo en las ferrerías. A partir de la llegada del maíz, en el siglo XVII, es cuando empiezan a abundar los molinos.
Pero en la época de que hablamos, los molinos son construcciones muy caras que no pueden hacer personas individuales, salvo que tengan mucho poder económico. Son construcciones muy frágiles, que suelen ser arrastradas por las riadas. Habitualmente los molinos son construidos por los concejos, teniendo parte cada vecino en el mismo. Es sin duda, el elemento crítico de la economía medieval. Quien controla el molino controla la economía, ya que las ferrerías son posteriores.
(Restos del molino de Izoria)
En el fuero de 1373 hay un artículo que dice: "...Otrosi todo home fijosdalgo pueda ganar rueda o molino en su heredad o en el egido aforrandolo con abonadores fijosdalgo, o faciendo la presa con vidigaza e pasando el agua al solar de la rueda o molino e faciendo farina con perro, e gallo e gato". Que actualizándolo al castellano actual sería: También todo hidalgo puede construir rueda o molino en sus tierras o en las comunales, pasando las comunales a su propiedad, con otros hidalgos, haciendo la presa con vidigaza, pasando el agua al solar de la piedra y haciendo la harina con perro, gallo y gato.
A continuación vamos a ir explicándolo por partes:
Todo hombre hidalgo puede ganar rueda o molino
Esto puede parecer fácil si se sigue la idea de que todo nacido en Ayala era hidalgo, pero en esta época no es así. Para ser hidalgo había que ser propietario. Y no era fácil ser propietario y si dejar de serlo. Sin embargo, si no se tenía sitio donde construir el molino aun siendo propietario, se podía conseguir terreno que no fuera de nadie, del éjido o terreno comunal, aforándolo: haciéndolo propiedad de uno, bastando para ello contar con el apoyo de 3 hidalgos. Esto era muy común ya que había grandes extensiones de terreno vacías.
Haran la harina con perro, gallo y gato
No hay muchas interpretaciones sobre esta parte (que sólo aparece en este fuero). Antonio Sáenz de Santa María tiene una hipótesis sobre lo que quiere decir: Cree que esta frase no querría decir que hay que tener un perro, un gallo y un gato, sino que el molinero (que siempre ha tenido fama de avaricioso y ladrón) tenía que poner los medios suficientes para evitar la desaparición del grano o harina: un perro para que la sisa no pueda ser achacada a los ladrones, un gato para que la sisa no pueda ser achacada a los ratones y un gallo para marcar claramente el día de la noche, ya que por la noche estaba prohibido moler.
Haciendo la presa con vidigaza
Hasta ahora, esto se ha interpretado como que la presa no podía ser de cantería, sino que tenía ser de madera, ya que la vidigaza es una planta (se cree que la Clematis vitalba, una planta muy abundante en esta zona que crece sobre los árboles y arbustos como una liana) y decían que la presa se hacía con esta planta.
Sin embargo, basándose en el Fuero de Vizcaya, que también habla de la vidigaza, y en un acta notarial de Lanestosa de 1593 en la que se describe el proceso para conseguir el uso del agua y la construcción del molino, resultaría que la vidigaza se utilizaría para poner una señal de lado a lado del río indicando donde se pensaba construir la presa. También se ponían abeurreas que eran "señal de casa" de donde se iba a construir el molino. Esta señal debía mantenerse durante un tiempo (un año y un día en el Fuero de Vizcaya) porque las aguas eran dominio real y para utilizarlas había que tener permiso.
Para conseguir agua y llevarla desde el cauce hasta el molino había que seguir una serie de pasos (avisar de que se iba a hacer, aforar un terreno, poner las señales) que van limitando la posibilidad de que cualquiera construya un molino. Una vez que se había cumplido todo el proceso, el que construía la presa y sus descendientes tenían derecho para siempre jamás a usar ese agua.
Datos sacados de una conferencia de Antonio Sáenz de Santa María