Entre los actos organizados para celebrar el 25 aniversario de la Escuela Artística Valle de Llanteno se organizó durante el último fin de semana de junio un encuentro experimental de haizeolak para mostrar un pasado desconocido de la zona.
Los topónimos, los lugares de extracción de mineral y los restos de haizeolak sin excavar, demuestran que en este valle del río Ibaizabal el proceso preindustrial de obtención de hierro ocupó un lugar destacado. Proceso, que posteriormente, continuó con sistemas más avanzados en la ferrería hidraúlica de Lezalde, de la que se conserva documentación escrita y pequeños restos físicos de su existencia.
Las haizeolak, ferrerías de monte, son pequeños hornos para la obtención de hierro excavados en las laderas de los montes, ocupando pequeños rellanos cerca de un arroyo o fuente. Son toscas construcciones de forma cilíndrica realizadas con piedra arenisca unida con arcilla y revocadas por el interior con sucesivas capas de arcilla mezclada con hierba o paja.
Tenían una parte del horno enterrado en el suelo y en el fondo del mismo un canal para permitir la salida de las escorias. Las paredes, una vez que sobresalen de la tierra, se van estrechando para formar la característica chimenea troncocónica. Un pequeño orificio en la base, llamado tobera, es aprovechado para insuflar aire mediante fuelles y avivar el fuego.
Estas rudimentarias construcciones humeantes fueron utilizadas en nuestro entorno desde el siglo III hasta el siglo XIII, y probablemente en fechas posteriores.
La finalidad de estos hornos, de pequeño tamaño pero de gran capacidad calorífica, era conseguir hierro por el método de reducción directa. Partiendo del mineral extraído de las minas se conseguía un hierro dúctil y de calidad, que permitía un fácil forjado.
El proceso de elaboración, brevemente descrito, era el siguiente: Sobre una base de carbón encendido, se introducen en el horno capas alternas de mineral de hierro (mena) y carbón vegetal, manteniéndolo encendido y avivando el fuego hasta alcanzar la temperatura necesaria para que las escorias pasen a estado líquido y una parte de ellas resbalen por el canal inferior ladera abajo. Sobre las escorías que quedan en el fondo del horno, se va formando la esponja de hierro (agoa) de la que tras su extracción y un delicado proceso de compactación, se eliminan las impurezas a base de golpes.
Con estos pequeños tochos de hierro, una vez forjados a yunque y martillo, se realizaban todo tipo de útiles, herramientas, armas, etc.
El interés del herrero Luis Padura por recuperar este proceso y el entusiasmo de los componentes de la Escuela Artística y del pueblo de Llanteno por conocer su pasado, han hecho posible que una ferrería de monte vuelva a producir hierro según un procedimiento preindustrial.
Documentación: Escuela Artística Valle de Llanteno
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